La arteriopatía periférica (arteriopatía periférica) es un problema circulatorio frecuente en el que se acumula placa en las arterias de las extremidades, sobre todo en las piernas. Esta acumulación de placa reduce el flujo sanguíneo a las piernas, lo que provoca síntomas como dolor de piernas, entumecimiento y fatiga. La arteriopatía periférica suele ir asociada a otras enfermedades como la diabetes, la hipertensión y el colesterol alto.

El síntoma más frecuente de la arteriopatía periférica es la claudicación intermitente, que consiste en calambres en las piernas que se producen al caminar o hacer ejercicio y se alivian con el reposo. Otros síntomas pueden ser entumecimiento de las piernas, frialdad, llagas que no cicatrizan, cambios de color en los pies y crecimiento lento de las uñas de los pies.

El diagnóstico de la arteriopatía periférica se realiza mediante exploración física, historia clínica y pruebas de imagen como ecografías y angiogramas. Es importante diagnosticar pronto la arteriopatía periférica, ya que puede aumentar el riesgo de infarto de miocardio o ictus.

El tratamiento de la arteriopatía periférica suele incluir cambios en el estilo de vida, como dejar de fumar, controlar el colesterol y la tensión arterial y hacer ejercicio con regularidad. Su médico también puede recetarle medicamentos como estatinas, anticoagulantes y antiagregantes plaquetarios. En algunos casos, puede recomendarse una intervención quirúrgica o una angioplastia para abrir las arterias obstruidas.

La tensión arterial alta, también conocida como hipertensión, es una enfermedad muy frecuente en la que la presión de la sangre en las arterias es superior a la normal. Los síntomas de la hipertensión pueden incluir dolores de cabeza, mareos, dificultad para respirar y dolor en el pecho. El diagnóstico de la hipertensión consiste en medir la tensión arterial con un esfigmomanómetro. El tratamiento de la hipertensión implica modificaciones del estilo de vida, como reducir el consumo de sal, aumentar la actividad física y evitar el alcohol y el tabaco. En algunos casos, pueden recetarse medicamentos como diuréticos, betabloqueantes e inhibidores de la ECA para ayudar a reducir la presión arterial.

El colesterol alto es una afección en la que el organismo tiene un nivel anormalmente alto de colesterol en la sangre. Puede deberse a factores relacionados con el estilo de vida, como una dieta poco saludable o la falta de actividad física, o ser de origen genético. Los síntomas del colesterol alto pueden incluir fatiga, dificultad para concentrarse y dificultad para respirar. El diagnóstico del colesterol alto suele hacerse mediante un análisis de sangre. El tratamiento del colesterol alto incluye cambios en el estilo de vida, como seguir una dieta sana y hacer ejercicio, así como medicamentos como las estatinas. En algunos casos, puede ser necesaria la cirugía para reducir los niveles de colesterol.

La aterosclerosis es una enfermedad en la que las arterias se estrechan u obstruyen debido a la acumulación de sustancias grasas y otros materiales. Es una forma común de enfermedad cardiovascular y puede provocar diversas complicaciones de salud, como infarto de miocardio y accidente cerebrovascular. Los síntomas de la aterosclerosis pueden incluir dolor torácico, dificultad para respirar y fatiga. El diagnóstico suele realizarse mediante pruebas de imagen como una ecografía o un TAC. El tratamiento implica cambios en el estilo de vida, como seguir una dieta sana y hacer ejercicio con regularidad, así como medicamentos para reducir la tensión arterial, el colesterol y los triglicéridos. En algunos casos, puede ser necesaria una intervención quirúrgica para abrir las arterias obstruidas.